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5 oct 2008

Claudia Masin - dos poemas inéditos y unas preguntas



El camino de los sueños (inédito)

(Versión del film "Mulholland Drive" de David Lynch)

Creí que la memoria era eso: una cascada cayendo desde un despeñadero, una corriente que arrastraría consigo al océano. No la insistencia del agua sobre la materia, el goteo, el trabajo de años para dejar una muesca insignificante sobre la piedra inerme. Hubiera deseado conocerte antes: dos chicas tendidas al sol de una terraza, en la siesta de provincia, quietas y alertas a la vez, como la vegetación del desierto, que parece dormir o estar quieta, y en cambio, cada verano deja surgir de entre las hojas algún color sorprendente en la monocromía de la arena. A veces te miro distraerte de mí, inclinada hacia el interior de tus propios recuerdos, atenta como un animal asomando la cabeza dentro de un pozo abierto en la tierra. Siempre intento descubrir en tus ojos el contorno del objeto prodigioso que estás viendo, y no alcanzo a distinguir de él más que su efecto, un cambio de intensidad en tu expresión, el temblor, la reverberación del agua tras la caída de una piedra muy pequeña. Estamos lejos. Hasta mí llega la imagen ya disuelta, ya velada, en la historia que cada noche vas contándome, hilo tras hilo del tejido recompuesto, que no puede compararse siquiera a la espléndida trama original, de la que estoy, aunque no quiera, ausente.

Una película de amor (inédito)

(versión del film homónimo del "Decálogo" de Krysztof Kieslowski)

Yo comprendo la pasión de los astrónomos, las noches en vela, la atención dispuesta a captar, de entre todo lo que existe, cierta fosforescencia en el cielo. Podría decir, como ellos, que las cosas que me importan no suceden en el mundo. La mirada vive, en lo que ve, una segunda vida, más real que la primera, más intensa. Yo pensaba que mirándote siempre, en todos los momentos, los instantes preciosos que guardabas dentro de tu cuerpo se transferirían a mi propia constelación de recuerdos, y lo deseaba con tanta fuerza que creí ver con tus ojos –sin haberme movido jamás de esta ciudad o de este cuarto- los detalles de tu casa natal, las tormentas de nieve en un pueblito del sur, la tierra completamente roja en el otoño, invadida por las hojas de los arces, dos pies pequeños y descalzos, cubiertos por el barro, el rostro de tu madre. Quizás la intimidad entre dos seres dura lo que dura ese momento en que sabemos de los cuerpos y las cosas que otro amó, en otro tiempo. O acaso nadie alcance a rozar, ni en su deseo, las imágenes ajenas, y estés sola, y yo esté solo, y sea el nuestro, -como el recorrido de las familias de esquimales hacia el sol, sobre la nieve- un viaje del cual no queda huella.

Respuestas de Claudia a la infancia del procedimento

Mi escritura está extrañamente ligada a los momentos del día. Los diferentes estados por los que pasa la luz a través de un día causan variaciones radicales en mis estados de ánimo que se reflejan en lo que escribo. Ciclotimia pura. Para mí, la mañana es el momento mas propiciatorio…amo la luz y los sonidos de la mañana.
La siesta, ese momento del día inexistente para los habitantes de las grandes ciudades, es para mí -que he nacido en una pequeña- uno de los espacios mas misteriosos y dulces del día. En las siestas de mi ciudad natal, el tiempo quedaba suspendido. Quizás por eso aún hoy, durante las siestas, sobre todo las de verano, lo que escribo fluye serena y pacientemente, sin apremios. La tarde trae para mí un reencuentro con el mundo. Es, quizás, mejor momento del día para releer, corregir y reescribir. Los textos que he escrito por la tarde y por la noche son textos más angustiados, más urgentes. Por las noches casi nunca he podido escribir un buen poema.
Por alguna razón que no sabría explicar, huyo de la escritura cuando la luz se empieza a ir.
Muchas veces parto de una idea…esa idea me va llevando a leer, a investigar…pero lo que finalmente termino escribiendo (mejor decir lo que "se termina escribiendo") siempre se independiza, se suelta de esa idea inicial y decanta en otra cosa.
He leído manuales enteros de Geología antes y durante la escritura de mi segundo libro. Lo mismo sucedió en mi tercer y en mi cuarto libro: "la vista" es un libro acerca de ciertas películas que amo, y cada poema toma como punto de partida un film distinto. "Abrigo" es un libro que nació a partir de mi lectura de los poemas y las cartas de Katherine Mansfield. Ví muchísimo cine en la época de "la vista", leí y releí decenas de veces la correspondencia y los diarios de Mansfield en la época de "Abrigo".
¿Qué quedó en los poemas? Las piedritas, los sedimentos, las esquirlas, la reverberación.
Cuando se trata de escritura, para mí, no hay manera de planear, de saber de antemano hacia dónde iremos. Además de que creo que los escritores vivimos diciendo las mismas cosas de diferentes modos, es decir, cada proyecto de libro es -para mí- una excusa para decir aquello que tenemos que decir…creo que eso particular, personal e intransferible que cada uno de nosotros tiene para decir es, en realidad, muy poco, y que en el intento por decirlo de la manera mas clara, mas limpia, mas bella y mas precisa, escribimos muchísimos poemas que podrían resumirse, al final de la vida, en un par de frases.
Corrijo casi siempre. Excepto unos pocos poemas que han surgido ya tocados por cierta gracia y de los cuales, ya desde el comienzo, no creo que sea posible que encuentre una mejor versión, mis poemas van transformándose. A veces incluso los retomo luego de meses o años de haber sido escritos, y ha habido algunos de los que sólo ha quedado en pie uno, o unos pocos versos, o una idea vaga sobre la cual comienzo otro texto.
Para mí la escritura es un continuo, que parte de esa iluminación súbita que te hace ponerte a escribir y se prolonga en todas las intervenciones que se van haciendo sobre ese primer esbozo hasta llegar a un texto que se parezca lo mas posible a ese… ¿sueño, ensoñación, fogonazo? que nos hizo sentir la urgencia de decir algo.
No sé muy bien qué es la poesía…quizás la primera palabra que me viene a la mente es secreto, misterio. Para mí hay poesía donde hay respeto por el misterio, por el secreto de las cosas.
Un texto poético sería el que abre nuevas preguntas, el que inaugura una inquietud, una desazón o un regocijo frente al mundo y frente a uno mismo que no existían antes.
Si todo pudiera ser dicho, si las palabras alcanzaran la médula de las cosas, no existiría la poesía.
Creo que la poesía está ahí para recordarnos cuánto no sabemos, cuánto no podemos decir, cómo andamos a tientas por el lenguaje, como quien anda perdido en el bosque y la única luz que tiene para guiarse es la de las luciérnagas…una luz esporádica, fugaz, que nunca se sabe de dónde va a venir y cuándo se va a extinguir…ni qué nos permitirá ver esta vez cuando aparezca.

textos disponibles en: http://airepalabras.blogspot.com/2006/12/claudia-masin-poesa.html y http://lainfanciadelprocedimiento.blogspot.com/2006/10/claudia-masin_03.html respectivamente.

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