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2 nov 2008

“Aquí hay una generación de poetas” JULIO CESAR POL


Te vas a encontrar gente excelente como John Torres y Javier Ávila, y otros que no han llegado a esa etapa. Se intenta que el juez sea el lector. Toda antología es un proceso imperfecto y hay gente que se quedó fuera.

Poeta, editor, antólogo y economista, Julio César Pol vive al servicio de la palabra y celebra el poder de las revistas alternativas de poesía.

Por Tatiana Pérez Rivera / tperez@elnuevodia.com

Julio César Pol sueña con palabras y con números. Encuentra a ambos encantadores, con los dos convive sin que hasta el momento muestre signos de locura y los dos marcan sus pasos desde que pisó por primera vez la Universidad de Puerto Rico a mediados de los 90.

Es hijo de esa década que lo formó como poeta, como economista y como editor de la revista El Sótano 00931. La herencia que carga el autor de La luz necesaria e Idus de marzo, tiene sus particularidades y es compartida por un grupo de escritores que desde entonces han cimentado sus quehaceres literarios con pasos comprometidos.

Para ellos, revistas alternativas como Tongüas, Taller Literario, Zurde y El Sótano 00931 han servido de cuna, de escuela, de trampolín y hasta de vidriera ante las audiencias mixtas que favorecen la poesía. Esas páginas, semillero de las plumas del 90 y el 2000, son honradas en la antología Los rostros de la hidra, editada por Pol.

-¿Aparecen con frecuencia las palabras y los números en tus sueños?
“Sí y espero no terminar con esquizofrenia. A veces sueño con fórmulas flotando en el aire”.

-Eres un poeta que ama los números.
“Tú puedes ser tan creativo con la economía como con la poesía pero requiere otra disciplina, y a veces confligen el lado del escritor y el del economista. La mayoría de los poetas son la inestabilidad pura y los economistas son gente recatada, que se casan y tienen una sola pareja el resto de sus días. Yo tengo esos dos seres peleando dentro”.

-¿Quién gana?
“Intento dar su espacio a cada uno, pero en los últimos dos años ha ganado el economista. Todo ha sido disciplina, no he tenido tiempo de escribir. Pero si me fui a hacer el doctorado es para luego tener tiempo de escribir, porque con un trabajo de ocho horas es casi imposible. Cuando acabe quiero dar clases”.

-Consideras que “decir es reinventar la realidad”.
“Claro. Me pongo en la piel de otra persona y sucede la empatía. Cuando escribo de esa forma, empiezo a vivir la circunstancia del otro. El mundo es la convención de lo que creemos y cuando cambiamos sus referentes todo cambia”.

-Como antólogo dependías de otros, ¿se convirtió en un ejercicio de paciencia?
“Definitivamente, el proyecto era ambicioso y complejo”.

-¿Cómo empezó todo?
“Los directores de las cuatro revistas alternativas, Carlos Cana, Nicole Cecilia Delgado, Nina Valedón y yo, teníamos la idea de hacer encuentros generacionales. Se hizo “(De) Generaciones” con presentaciones en Ponce, Mayagüez, Caguas y San Juan e incluimos a los trascendentalistas del 50, a los poetas del 60, del 70, los del 80 y nosotros. Los del 90 y los del 2000 hemos caminado juntos sin mucha diferencia”.

-¿Qué pretendían?
“Mezclarlos, consolidar una literatura nacional y nos fue muy bien. Entonces, Carlos Roberto Gómez (editor de Isla Negra) nos dice: ‘Ustedes han funcionado bien juntos, por qué no hacen un libro con la historia de las revistas (Tongüas, Taller Literario, Zurde y El Sótano 00931) y su catálogo’. Decidimos emprender el camino, yo era el más cercano a él así que organizaba todo”.

-¿Cuál era el formato original?
“No se contemplaban los ensayos sobre cada revista, pero cuando recogimos toda la poesía faltaba algo. Si era de poetas que habían publicado en las revistas alternativas, había que decir algo de ellas. Además, le añadía valor”.

-¿Cómo escogieron los 70 autores?
“Los directores de las revistas seleccionábamos dos trabajos y tenían que coincidir con dos o más de los cuatro directores. Luego pasaron por el proceso de filtro de lectores cuasi externos, los editores de las revistas, porque queríamos identificar cuáles trabajos no cumplían con una calidad mínima”.

-¿Qué sacrificaste en el proceso?
“Un poco la calidad por ser inclusivo pero, honestamente, no me preocupa. El proyecto se ve y se lee muy bien”.

-¿La experiencia es desigual en los escritores?
“Te vas a encontrar gente excelente como John Torres y Javier Ávila, y otros que no han llegado a esa etapa. Se intenta que el juez sea el lector. Toda antología es un proceso imperfecto y hay gente que se quedó fuera. De los noventa para acá, éste el catálogo más completo que existe. Aquí hay una generación de poetas”.

-¿Qué te parecen los ensayos?
“Están muy bien. Hablan del proceso de vida de estas cuatro revistas; la mayoría tiene al menos siete ejemplares impresos. Todos los proyectos han sido más consistentes en papel, lo que es curioso porque se supone que es más económico publicar en digital pero todavía los escritores le tienen más respeto al papel. La mayoría está dentro de la universidad que las certifica si están en papel”.

-¿Vende la poesía?
“Vende, lo que pasa es que no es como la novela. Por ejemplo, los escritores de El Sótano 00931 sacamos seis libros en el 2006 y entre todos se vendieron más de dos mil copias. No es excepcional, pero tampoco está mal”.

-¿A quién le presentaste primero la antología?
“El libro estuvo listo en el 2003 y salió finalmente en el 2008. Intentamos primero con otra editorial y el proyecto pasó todos los procesos de filtro, pero al final tuvimos un inconveniente. Empezamos de cero con Isla Negra y Gaviota”.

-¿Con qué no transabas?
“Con la inclusividad. Se quería incluir un ensayo de un profesor universitario que parece que no entendió la naturaleza del proyecto; criticaba la inclusividad y cuestionaba la calidad. Yo lo aclaro en el prólogo, son autores de revistas alternativas en formación, hay gente con mucha madurez en su trabajo y otros no tienen la perfección de Borges o Benedetti”.

Voces de hoy

Poesía introspectiva, mujeres dueñas de su sexualidad, temas sociales, crónicas urbanas, las voces del 90 conversan, gritan y hasta exigen desde las páginas de las revistas.

-¿Qué demuestra la antología?
“La efervescencia de estas revistas literarias que han estado saliendo desde el 1991. En la década del 90, aparte de Taller Literario, no había muchísimas y si lo comparas con la década del 2000 hay una explosión de producción que nos ha permitido coordinarnos y hacer actividades. La tecnología e internet también han ayudado”.

-¿Qué las diferencia de las revistas de otras generaciones?
“Antes las revistas se querían matar unas a otras, la relación entre grupos de los 60, 70 y 80 era canibalista”.

-¿Es vital la unidad para crecer como generación?
“Sí. En economía existe el ‘dilema del prisionero’ que dice que la competencia se puede transformar en una trampa, porque la persona produce menos. Nosotros nos sentamos juntos y así pudimos hacer un proyecto de más peso. Si estuviéramos con esa guerra generacional, a dónde íbamos a parar”.

-¿Qué define esta generación?
“Nos hemos especializado en el microcuento y la micropoesía, tenemos temáticas distintas y esto de trabajar con el inglés y el español que hacían los niuyorican la revista Tongüas lo hace. Además el internet y los medios de comunicación nuevos están vivos en nuestra obra, son referentes y contextos que no tenían otras generaciones. Si es una generación o no, no soy especialista en el tema pero tenemos nuestro trademark”.

Servidor de la hidra

Eterna cantera de nuevas propuestas, las revistas alternativas no desaparecen, sino que parecen abrir las puertas a nuevos esfuerzos de palabra y página.

-¿Por qué el concepto de la hidra en el título?
“Es un animal mitológico de siete cabezas que cuando le cortaban una le nacía otra. La hidra es la producción de revistas alternativas en Puerto Rico y nosotros somos cuatro caras de esa hidra. Cuando dejemos de ser, vendrán otras.

-¿Qué reacciones esperas?
“Entre los estudiosos y escritores jóvenes espero muy buena recepción por la magnitud de poetas, pero espero un poco de resistencia de la academia. Irrespectivo de eso, cualquier académico apreciará los ensayos porque en la historia de esas revistas hay mucha fuerza. Este es un proyecto importante para la literatura puertorriqueña”.

-¿Vislumbras larga vida a la poesía que se genera aquí?
“Las revistas ayudaron a que se tomara más en serio la poesía. Si comparas la vida cultural de los 90 y la de ahora, es otra cosa. Los universitarios del 90 tienen un rol como escritores en el 2000, ellos están cargando esto”.

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